A unos centímetros de mis labios, ahí estaba él. ¿Qué crees? ¿Que no tenía ganas de abalanzarme sobre él para poder sentir cómo me besaba lenta y suavemente mientras yo podía oír mi corazón latir tan fuerte? Pues claro que las tenía, más no pude hacer nada porque sé que todo se habría estropeado.
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